martes, 29 de octubre de 2013

El principio y el final es el amor

Te busco, día a día, en el único lugar donde sé que te encontraré con seguridad, en mis sueños. Incluso allí, en ese lugar recóndito de mis anhelos más íntimos, sueño que te busco, pero, de nuevo, no logro encontrarte. Predestinada al desencuentro hasta que deje de jugar en el plano ilusorio, hasta que comience a buscarte en el mundo real. Pero, ¡ay!, el mundo real; vulnerabilidad absoluta al mismo roce del aire.


El día que leas esto sabrás que es para ti. He vivido y estoy escribiéndote desde el otro lado; desde allí, me comunico contigo y desde allí leerás mis palabras, comprendiéndolas sin dilación. Intuyendo que yo también sé que nos queda nuestra despedida pendiente. Mientras tanto, continuaré, también desde mis sueños, invocándote. Allanando el terreno hacia el anhelado adiós. 

viernes, 15 de marzo de 2013

«La Promesa»


«Margarita lloraba con el rostro oculto entre las manos; lloraba sin gemir, pero las lágrimas corrian silenciosas á lo largo de sus mejillas, deslizándose por entre sus dedos para caer en la tierra hácia la que había doblado su frente.
Junto á Margarita estaba Pedro, quien levantaba de cuando en cuando los ojos para mirarla, y viéndola llorar tornaba á bajarlos, guardando á su vez un silencio profundo.
Y todo callaba alrededor y parecía respetar su pena. Los rumores del campo se apagaban; el viento de la tarde dormia, y las sombras comenzaban á envolver los espesos árboles.
Así transcurrieron algunos minutos, durante los cuales se acabó de borrar el rastro de luz que el sol había dejado al morir en el horizonte; la luna comenzó á dibujarse vagamente sobre el fondo violado del cielo del crepúsculo, y una tras otras fueron apareciendo las mayores estrellas.
Pedro rompió al fin aquel silencio angustioso, exclamando con voz sorda y entrecortada y como si hablase consigo mismo:
- ¡Es imposible… imposible!»

Leyendas, Gustavo Adolfo Bécquer
[ed. facsímil, 1871]